Quienes tenemos ya una edad recordamos el temor a que el dentista dijera que debíamos poner un aparato dental antiguo. Eran feos, muy pocos niños los llevaban por su incomodidad y quienes debían hacerlo nos contaban que dolía. Y no hablamos de los primeros aparatos dentales, sino de brackets antiguos.
La ortodoncia ha avanzado mucho en un par de décadas, hasta el punto de que algunos niños temerosos de necesitar usar aparatos dentales antiguos, años más tarde eligieron por sí mismos hacerse ese autorregalo para mejorar la estética de su sonrisa. Vamos a hacer un breve repaso a la historia de la ortodoncia.
Curiosidades del uso de los brackets para la alineación de los dientes a lo largo del tiempo
Los dientes cumplen una función masticadora imprescindible, mucho más importante que la estética. Por ello, ya los antiguos griegos mostraban preocupación ante dientes muy desalineados, e intentaban corregirlos.
El término ortodoncia no se comenzó a usar hasta el siglo XIX. Te dejamos con unas curiosidades sobre la evolución de la ortodoncia y sus intentos previos, para que veas cómo nunca es tarde para corregir una mala mordida, tal y como se entiende hoy el proceso: indoloro y discreto, a veces invisible.
En la antigua Grecia los dientes ya preocupaban
Un médico llamado Hipócrates de Cos publicó en el siglo IV a. C. el Sexto Libro de las Epidemias. En su obra mostraba sus inquietudes sobre la conveniencia de una correcta alineación dental para evitar problemas de salud y también por cuestiones de estética (los griegos se preocupaban mucho por las proporciones).
El libro tuvo una fuerte repercusión en la sociedad griega y con él comenzaron los primeros intentos por corregir piezas dentales fuera de sitio.
¿Y los egipcios?
En algunas momias antiguas se encontraron piezas metálicas dentro de la boca, que envolvían los dientes con cuerdas naturales, aunque sería temerario por nuestra parte asegurar que su uso era el de los brackets que hoy conocemos.

Las primeras ortodoncias se realizaban sin anestesia
En primer lugar, porque no se conocía más que la práctica de adormecer los sentidos con bebida alcohólica. La cuestión es que las extracciones dentales y la colocación de un sistema inventado en Francia en el siglo XVIII para expandir el arco dental se realizaban sin sedantes. Normal que la gente no quisiera ir al “sacamuelas”.
Hasta el siglo XIX no se comenzó a usar anestesia en la primera clínica odontológica de la historia, localizada en Estados Unidos. Justo en ese tiempo se comenzó a hablar del término ortodoncia.
La ortodoncia en el siglo XX
En este siglo se deja atrás la ortodoncia antigua, aunque la preocupación por una correcta alineación dental no cobró importancia hasta los años 70-80. Era la época de los brackets metálicos, indiscretos y que impedían comer ciertos alimentos, pues aumentaban el riesgo de que un alambre se saliera de su sitio.
A finales de este siglo ya aparecen las carillas, más discretas, y comienzan a parecer adultos que solicitan una ortodoncia para lucir una mejor sonrisa aunque su masticación fuera adecuada. En los años del cambio de siglo aparecen las llamadas ortodoncias invisibles, las más solicitadas por los pacientes adultos, en especial si su trabajo puede verse influenciado por su imagen.
Así llegamos a nuestros días, en los que quien presenta un sobrediente o una sonrisa irregular es, casi siempre, porque así lo ha decidido. No importa la edad, aunque es más fácil corregir estos problemas durante la infancia.
Lo cierto es que en la edad adulta también pueden surgir movimientos en las piezas dentales que hagan recomendable una ortodoncia. Las causas más comunes son el nacimiento de muelas del juicio que dispongan de poco espacio y compriman la dentadura o, a la inversa, las extracciones de piezas que no se reemplazan con un implante y van aumentando la distancia entre las piezas de la mandíbula.

El resumen de todo esto es que, quien lo desea, puede corregir su sonrisa a cualquier edad, por necesidad o por estética, de forma cómoda e, incluso, sin que nadie lo note. La historia de la ortodoncia pasa de lo inquietante para el paciente a la sencillez más absoluta, como ha sucedido con algunas cirugías sencillas o, quién lo iba a decir, con esas piezas dentales de repuesto a las que llamamos implantes.

Clínica Dental Sant Jaume
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